Se descubre una estrecha relación entre las corrientes profundas y el clima

Investigadores de GEOMAR publican observaciones a largo plazo del Mar del Labrador El Mar de Labrador, en el noroeste del Atlántico Norte, es una de las principales regiones de la circulación oceánica mundial. Desde 1997, el Centro Helmholtz GEOMAR para la Investigación Oceánica de Kiel ha estado vigilando las corrientes oceánicas desde la superficie del océano hasta el fondo marino, utilizando un conjunto de observatorios oceanográficos. Recientemente se ha publicado un análisis de sus datos de 1997 a 2014, que revela una estrecha conexión entre las corrientes profundas y la variabilidad climática en diferentes escalas temporales. Desde inviernos suaves en el norte de Europa, lluvias en el oeste de África, huracanes en Norteamérica, la energía distribuida en todo el mundo por la circulación oceánica global afecta tanto al clima como al tiempo regional. Una región clave en esta ecuación es el Mar del Labrador, entre Norteamérica y Groenlandia. Es aquí donde las aguas cálidas y salinas procedentes del sur, cerca de la superficie del mar, se enfrían y descienden a las profundidades. Desde allí, las masas de agua fluyen de nuevo hacia el sur a lo largo del margen continental. Está claro que esta zona desempeña un papel clave en la circulación oceánica mundial. Desde 1997, en la salida meridional del Mar de Labrador, el Centro Helmholtz GEOMAR de Investigación Oceánica de Kiel gestiona observatorios oceanográficos que abarcan todos los niveles de este sistema. Un equipo formado por cuatro oceanógrafos ha publicado el análisis más completo de los datos recogidos, en la revista Journal of Geophysical Research Oceans. "Hemos podido detectar conexiones entre las corrientes profundas hacia el sur y los sistemas de vientos sobre el Atlántico Norte que hasta ahora eran desconocidas", afirma el autor principal, Rainer Zantopp, del GEOMAR. Situados a 53 grados al norte del límite occidental del Mar de Labrador, los observatorios constan de una serie de correntímetros y sensores de temperatura y salinidad sujetos a cadenas y cables de acero. Unos pesos de anclaje situados en el extremo inferior mantienen estas amarras en su sitio, mientras que la flotación boyante tira del otro extremo hacia la superficie. "Esto nos permite medir las corrientes desde justo debajo de la superficie hasta justo por encima del suelo", explicó Zantopp. El estudio se basa en datos recogidos durante 13 cruceros científicos entre 1996 y 2014, principalmente en los buques de investigación alemanes METEOR y MARIA S. MERIAN, o el buque de investigación francés THALASSA. A partir del análisis, se descubrió que las corrientes profundas hacia el sur a lo largo del límite occidental del Atlántico han fluctuado en diferentes escalas temporales. En particular, a los autores les sorprendió la corriente más profunda cerca del fondo oceánico. Según el oceanógrafo de Kiel, "aunque es más estable que las de los niveles superiores, varía con un periodo de casi diez años". Análisis posteriores indicaron que las fluctuaciones de la corriente más profunda eran sincrónicas con las de los sistemas de vientos sobre el Atlántico Norte. Estos últimos están influidos por la diferencia de presión entre la alta de las Azores y la baja de Islandia: la Oscilación del Atlántico Norte (NAO). "La intensidad de la corriente más profunda hacia el sur del mar de Labrador muestra fluctuaciones similares a las de la NAO. Nos sorprendió un poco encontrar la señal tan claramente en nuestros datos de medición", dijo Zantopp. En conclusión, añadió: "Cuanto mejor comprendamos las interacciones entre el océano y la atmósfera, más fiablemente podremos distinguir las variabilidades naturales y los cambios provocados por el hombre y, por tanto, hacer mejores predicciones sobre la evolución futura." Enlace al estudio