Biodiversidad paradisíaca en el Monte Atlántico

La vida en el monte Vema se recupera tras la prohibición de la pesca

Los activistas de Greenpeace a bordo del "Arctic Sunrise" hallaron pruebas impresionantes de la eficacia de las zonas marinas protegidas en el monte Vema, de aguas profundas, en el Atlántico Sudoriental. Buceadores de la organización ecologista descubrieron un paraíso de biodiversidad en el Seeberg, que se eleva desde los 4.600 metros hasta justo debajo de la superficie del agua.

La caballa de cola amarilla, el besugo rayado, el coral, las algas y muchos crustáceos encuentran condiciones de vida ideales en la montaña de aguas profundas Vema, a casi 1.000 kilómetros del continente africano. Las laderas inferiores albergan corales negros y coloridas gorgonias. Incluso la extinguida población de langosta de Tristán en Vema se está recuperando después de que la Organización de Gestión de la Pesca del Atlántico Sudoriental (SEAFO) impusiera una prohibición de la pesca demersal en 2007. Los buceadores observaron decenas de estos animales. "Nos sorprende ver tantas langostas de Tristán, sin la prohibición de la pesca esta especie se habría perdido durante mucho tiempo", dice el biólogo marino y buceador de Greenpeace Thilo Maack in situ. "Vema demuestra que los océanos se recuperan cuando se les da tiempo y un espacio protegido."

Los ecologistas piden más protección y una acción coherente contra las mortíferas redes fantasma y los aparejos de pesca desechados en los océanos. Las jaulas de langosta perdidas o abandonadas de la industria pesquera, que Greenpeace ha documentado incluso en el monte Vema, siguen amenazando la vida marina y se convierten en una trampa mortal para peces, cangrejos y otros animales marinos.

Cada año, unas 640.000 toneladas de viejos equipos de pesca, como redes, boyas, sedales, trampas y cestas, llegan a los océanos como residuos de la pesca, contribuyendo en un diez por ciento a los residuos plásticos. El 6% de todas las redes utilizadas, el 9% de todas las trampas y el 29% de todos los palangres acaban en los mares. Las focas se ven afectadas con especial frecuencia, ya que se pescan mucho debido a su gran biodiversidad. Así lo confirma un nuevo informe de Greenpeace. "Me enfurece encontrar basura vieja de la pesca en un lugar tan remoto", dice Maack. "Lugares como el monte Vema necesitan una protección integral contra cualquier acceso humano y alguien que aplique sistemáticamente esa protección."

Las Naciones Unidas deben proteger el 30% de los océanos

El viaje del "Arctic Sunrise" a la montaña de aguas profundas forma parte de la expedición de grandes barcos del polo norte al polo sur con numerosas paradas en los paraísos de alta mar. Greenpeace pide a las Naciones Unidas que aprueben el año que viene un ambicioso tratado de protección de los océanos, jurídicamente vinculante, que proteja el 30% de los mares para 2030. Pero las negociaciones avanzan poco. Sólo con medidas de protección exhaustivas y normas claras para la designación de zonas protegidas y contra la sobrepesca, la basura o la extracción de materias primas, podrán salvarse los océanos como fuente de alimentos y, lo que es más importante, de almacenamiento de CO2.