Formación de capeirinhas endémicas del sur de Bahía con un crecimiento medio anual de 1 mm, con varios pasajes y túneles que conectan otras capeirinhas en los alrededores.

El acantilado de Atlântida es un punto de buceo poco visitado en la región de Abrolhos, pero ofrece una inmersión espectacular. Las formaciones proporcionan una inmersión con varios pasajes y canales, hasta la llegada a un salón, donde caben casi 15 buceadores. La profundidad va de 8 a 32 metros.

El sendero submarino tiene 140 metros de longitud, con 14 clavijas instaladas en la arena y cables que conectan los puntos de interés, guiando el recorrido y facilitando la interpretación de cada punto con sus atractivos.

Otro naufragio situado en la región de difícil navegación del archipiélago de Abrolhos. El barco Guadiana transportaba café y, en un día de poca visibilidad, acabó chocando con una roca y se hundió en el año 1885. Hoy está desmantelado, con algunas partes identificables, como las máquinas y el timón.

Inmersión poco profunda (de 4 a 12 metros) y con visibilidad reducida. El pecio está entero, con posibilidad de penetración. Tiene 73 metros de longitud.

Las Islas Rasas están a 11 millas de Guarapari. Son consideradas islas oceánicas, con formación rocosa, y tienen gran biodiversidad de peces de arrecife, además de un pecio centenario.

El carguero Victory 8B fue hundido a propósito en la costa de Espírito Santo, a 6 millas náuticas del continente. Este barco fue abandonado por la tripulación después de 18 meses en el puerto, con problemas fiscales. Se encuentra en la posición de navegación, con muchas partes intactas. Prof. Max 36mts

La isla de Escalvada ofrece una de las mejores inmersiones de Espírito Santo. Su profundidad varía entre los 6 y los 24 metros y la punta es susceptible a las corrientes.

Costa rocosa con incidencia de corriente, esta inmersión es ideal para los que les gusta ir a la deriva. Cara de la isla que da al mar abierto con posibilidad de avistar peces pelágicos.

El galeón portugués Santísimo Sacramento se hundió en 1668 tras capitanear una flota en la travesía del Atlántico hacia Salvador. Acabó llegando en una noche de gran tormenta y se hundió en la entrada de la bahía de Todos los Santos, naufragio de gran valor histórico, pudiéndose ver cañones y muchas anclas de la época.